Camino sigilosamente por los caminos que yo me he puesto, escuchando lo que el silencio tiene para reclamar. Antes de callar escucho lo de afuera porque no soy capaz de escuchar mis adentros sin antes no haberme preparado para conocerme. Mantengo mis oídos dispersos entre mares de información que me jalan como la ola que me ahoga pero que agradezco porque logra que me olvide del miedo que tengo de introducirme en los mares de mi corazón. Me escondo para no ser vista por la mirada juiciosa que yace detrás del espejo, sé que ése es mi peor juez. Voy flotando entre nubes que me hechizan de natural belleza y con la satisfacción de saber que, si no miro abajo, no tendré miedo de caer. Voy por los alrededores observando escuchando tocando, viviendo sostenida de un mundo que me aleja cada vez más del mío, elevándome a través de los cielos para no caer en un infierno que yace almacenado entre recuerdos y palabras que alguna vez en el pasado me encontré, perdida a merced del mismo tiempo que ahora recuerdo y no provoca mas que un llanto que nace de las peores heridas. Retomo los momentos a los que hacen alusión las fotografías que guardo y me doy cuenta de todo a lo que he renunciado. Me recuerdo hundida en pena, en decepción y en miseria, pegando los retazos de un corazón destrozado, encontrando en el pensamiento un refugio para las penas del pasado, cubriéndome de las pestes humanas que me hundieron en mi propio fango. Atrapando a un corazón que me ha condenado a sufrir por la carencia de una frialdad que me había faltado. Yace el corazón enlodado dentro de lo mismo que lo hizo caer, y a él conmigo, dentro del amor que creí que podía ceder cuando nadie merecía hacer más con mi corazón, de lo que yo podía hacer por él. Recuerdo y siento pena por el amor que me hizo resbalar y caer tanto, lloro pero es sólo por la desesperación de haberme perdido de más llanto. Desconfío de mi modo de desconfiar porque creo que me he perdido aún más al querer evadir los errores que me atan al pasado. Me detengo para saber qué es lo que he hecho de mí, no me reconozco muy bien, pues debajo de tanto lodo es difícil mirar lo que soy debajo de lo que construí. Me he transformado a mi misma para no volverme parte de lo que me rodea, eso que a fin de cuentas termina apoderándose de mí. Aunque escarbe en mis adentros, no me voy a dejar salir de mí. Mi corazón está pegado y necesito que seque el pegamento un poco más porque de exponerlo a lo que he hecho, tal vez no pueda resistir. Y aún teniendo conocimiento de todo esto, no voy a poder hacer más por mí, que sobrevivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario